Una experiencia que nos transforma
Este año volvimos a vivir una experiencia profundamente significativa para nuestra comunidad, la peregrinación a Luján. Más que una caminata, fue un reencuentro con una tradición que nos une, nos inspira y nos recuerda quiénes somos. Volvimos a ponernos en marcha —cuerpo, corazón y comunidad— hacia la Virgen.
Cada paso llevó consigo intenciones, nombres, agradecimientos, pedidos y silencios compartidos. Caminamos por quienes no podían hacerlo, por los que nos acompañaron desde lejos, por los que extrañamos y por los que confiaron en nuestras oraciones.

El valor de caminar juntos
Durante el trayecto, en cada pausa y en cada gesto, se hizo presente lo esencial de nuestra identidad como colegio, la fe compartida, la solidaridad entre generaciones, el respeto por el ritmo del otro, la escucha atenta y la alegría de sentirse parte de algo más grande.
Una alumna que participó lo expresó así: “Repetiría la experiencia de la peregrinación una y mil veces más. Siento que me sirvió no solo para crecer espiritualmente, sino también socialmente. Durante el trayecto a la basílica, el almuerzo y las actividades, tuve la oportunidad de conectar aún más con todas mis compañeras y otros alumnos más grandes.”

Frente a Ella
Al llegar a la basílica, muchos se sintieron profundamente conmovidos. “A primera vista me deslumbró totalmente. Participar de una misa y del coro en ese lugar fue inolvidable, y no solo por lo que viví, sino porque me hizo sentir parte de algo grande”, compartió la misma alumna. Frente a Ella, cada uno pudo ofrecer su propio recorrido. Pusimos en sus manos las intenciones de toda nuestra comunidad. Las dichas en voz alta y las guardadas en lo profundo del corazón.
Recuerdos que quedan
Más allá del cansancio o la intensidad del día, muchos volvieron con el corazón lleno. “Me hubiese gustado caminar un poco más y cantar más canciones en el camino. También parar un rato en los puestos de la plaza para comprar regalos o recuerdos para mi familia”, nos contaba al final del día.
Gracias a todos los que lo hicieron posible y a quienes acompañaron con la oración y el corazón.